“Ningún hombre es tan tonto como para desear la guerra y no la paz; pues en la paz los hijos llevan a sus padres a la tumba y en la guerra son los padres quienes llevan a sus hijos a la tumba” (Heródoto de Halicarnaso, primer historiador y antropólogo. Grecia, 484-425 a.C,)
Como pacifista militante, siempre he creído que la guerra es un fracaso absoluto donde solo hay perdedores, las personas, dejando a su paso un rastro de sangre, destrucción, dolor y muerte.
Aún no me acabo de creer que el conflicto Rusia-Ucrania haya terminado con bombardeos, en una guerra. Un pulso político con todos sus matices, sus acusaciones, incumplimientos y razones de uno y otro bando jamás tendría que desembocar en un conflicto armado, una escalada de violencia salvaje, que lleva cada día a un abismo mayor, a un ataque mayor, con armamento más sofisticado más mortífero. Leemos que en la primera semana de guerra, Rusia ya reconoce casi 500 muertes de soldados y otros 1500 heridos. Si esas son las cifras entre las fuerzas atacantes ¿cuántos muertos habrá ya entre la población civil de Ucrania?
Decía Jean Paul Sarte que “cuando los ricos se hacen la guerra, son los pobres los que mueren” y eso seguimos constatando hoy en día. El gran negocio de la guerra, la industria armamentística internacional necesita mostrar su poderío y capacidad mortífera desplegando todo su arsenal contra la población civil, máxime cuando se trata de grandes suerpotencias como el caso de Rusia.
El siglo pasado terminó con una década de guerras terribles: Bosnia, Ruanda y Somalia, primero, más tarde Afganistán e Irak, tras el 11-S; Sri Lanka, Libia y Sudán del Sur. Siempre con intervenciones extranjeras de terceros países en los territorios. Actualmente, hay más de 60 conflictos activos en nuestro mundo, y entre ellos, el que enfrenta a Israelíes y Palestinos hace décadas.
Martin Luther King, activista estadounidense por los derechos civiles y la paz, decía que “una nación que gasta más dinero en armamento militar que en programas sociales se acerca a la muerte espiritual”, y eso sucede tanto en su país como en otros continentes, ya que las grandes potencias tienen inmensos presupuestos para gastos militares,mientras que no está garantizada una educación de calidad gratuita en todo el mundo (es el 4º de los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas para el año 2030).
«No es el hombre sino, al contrario, la abundancia, la sobra de energías, la que suscita la guerra», decía Ortega y Gasset. En nuestros tiempos, habría que hablar de la sobreabundancia de armamento militar, que interesa mostrar y utilizar (la guerra es también uno de los mayores negocios de la tierra, desgraciadamente). «La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen, para provecho de gentes que sí se conocen pero que no se masacran», dijo Paul Valéry. .Las armas nucleares aterrorizan y ese argumento se utilizó precisamente como justificación para la invasión de Iraq por parte de tropas internacionales (aunque después se demostró que no había tales armas de destrucción masiva).
Siempre me ha gustado la estrategia de la Noviolencia-Activa y admiro a Ghandi, el premio Nobel de la Paz que consiguió la independencia de la India sin utilizar la violencia, demostrando la eficacia de la unión de los pueblos por un mismo fin, utilizando tácticas como la desobediencia civil y el boicot comercial. Hoy día nos falta unidad y también espíritu de lucha por unos fines humanistas y solidarios; en el mundo actual parece que el ser humanoha perdido toda capacidad de dialogar, debatir, discutir… incluso enfadarse mucho y hasta pelear, pero sin llegar a las armas.
Pensando en esta última guerra en Ucrania, invadida por una gran superpotencia como Rusia, da miedo incluso preguntarse sobre la escalada de la violencia, su evolución y la fecha final del conflicto. Albert Einstein dijo“no sé con qué armas se luchará en la Tercera Guerra Mundial, pero sí sé con cuáles lo harán en la Cuarta Guerra Mundial: palos y mazas”. No me gustaría vivir ninguna de las dos, ni que las viva mi hijo, ni ningún otro ser humano ¿no vamos a ser capaces de reconstruir nuestra civilización desde el entendimiento y el diálogo? Acabamos de pasar una pandemia (quienes somos afortunados supervivientes), pero de pronto parece que no hubiésemos aprendido nada.
Cada día en nuestromundo hay más vidas truncadas por la guerra, nuevos huérfanos, nuevos horrores, nuevas soledades. Nuestro mundo vive una permanente orgía de violencia y de muerte… Pero también hay en millones de personas, en este preciso momento en que estás leyendo estas líneas, un ansia de vida, de paz de justicia, hay deseos y voluntad detrabajar para construir una sociedad y un mundo mejores para dejar enherencia a nuestros hijos, todavía hay esperanza.
PAZ, JUSTICIA Y DESIGUALDAD
La PAZ verdadera, en mayúsculas, solamente se puede construir desde la justicia, no desde el sometimiento del débil a la ley del más fuerte. En demasiadas zonas del planeta, las relaciones sociales siguen basadas en la dominación. En muchas zonas del continente africano, el más olvidado del planeta, además de la violencia y las guerras internas, encontramos mujeres y niños muriendo de hambre y enfermedades ya erradicadas en otros continentes, por ejemplo en Yemen o en Etiopía, donde sufren sucesivas hambrunas (lo que ahora llaman “inseguridad alimentaria”, vaya eufemismo). En otros países de África, las luchas islamistas y de diversa índole expulsan a millones de personas de sus hogares y provocan una devastación humanitaria.
EDUCAR PARA LA PAZ
Decía María Montessori que «todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz, la gente educa para la competencia y este es el principio de cualquier guerra. Cuando eduquemos para cooperar y ser solidarios unos con otros, ese día estaremos educando para la paz».
«La historia humana nos enseña que paz significa la sumisión forzosa de los conquistados a la dominación cuando el invasor ha consolidado su victoria, la pérdida de todo lo que estiman losvencidos, y el fin del placer de disfrutar los frutos de su trabajo y sus conquistas. Los vencidos se ven forzados a realizar sacrificios, como sifueran los únicos culpables y merecieran ser castigados, simplemente por haber sido vencidos. Mientras tanto, los vencedores hacen alardede los derechos que sienten que les corresponden por haberle ganado al pueblo derrotado, la verdadera víctima del desastre. Esas condiciones quizá marquen el final del combate, pero no hay duda de que no pueden recibir el nombre de paz. El verdadero flagelo moral surge precisamente de esta serie de circunstancias» (María Montessori)
La Revolución Francesa proclamó un ideal ético y políico, con tres principios que forman el eje de la democracia y la sociedad moderna: «Libertad, Igualdad y Fraternidad». Ahora debemos recuperar el concepto de «fraternidad» y reconstruir nuestra sociedad actual sobre una base de valores (en vez de las leyes del mercado, la competencia o el dinero), eliminando las desigualdades y las relaciones de sometimiento de los más débiles y desfavorecidos, del planeta y todos los seres que lo habitan, caminando desde la fraternidad a la igualdad, para llegar a realmente libres, y eso solo se consigue desde la Educación.
Aún estamos a tiempo de conseguirlo, al menos debemos intentarlo… será maravilloso
Imagínate… https://youtu.be/YkgkThdzX-8
No a todas las guerras, sí a todas las personas,
refugiadas, desplazadas e inmigrantes